Situada entre la Plaza de las Palmeras y el Jardín de Plantas Crasas, consta de una superficie central cubierta de césped y a su alrededor se sitúan diferentes rocallas conde crecen numerosas especies, agrupadas según su procedencia por islas.
Este archipiélago, con algo más de 7000 km2 , constituye una de las más interesantes zonas florísticas del mundo por la gran cantidad de plantas exclusivas que posee. De un total de 2000, más de 500 especies son endémicas de Canarias, de las que un alto porcentaje son plantas propias de comunidades rupícolas.
Algunas de estas especies canarias, aún se hallan repartidas por varias islas con relativa frecuencia (cardón, palmera, pino canario, etc.); muchas sin embargo, son raras, representadas algunas por un pequeño número de individuos que viven en superficies muy reducidas, o ignoradas porque no ha sido posible su redescubrimiento, quizá debido a una extinción total. Tales especies suelen encontrarse normalmente en regiones muy concretas de cada isla, por lo general en formaciones montañosas muy antiguas o en abruptos barrancos en donde han escapado a la destrucción derivada de la actividad humana (pastoreo, talas, etc.).
Uno de los más llamativos aspectos de la vegetación de las islas Canarias es la gran abundancia de especies de la familia Crassulaceae (en su mayoría endémicas) junto a numerosos endemismos canarios o macaronésicos entre los que se encuentran diversas especies de los géneros Silene, Sideritis, Micromeria, Sonchus, etc. que caracterizan sus comunidades rupícolas desde las cotas más bajas hasta los riscos más altos, por encima del dominio de los pinares. Muchas de estas especies se hallan relegadas a pequeñas áreas.
Dado lo accidentado de la orografía insular -en función de su alta pendiente- la exposición va a ser un factor esencial en el desplazamiento vertical de las distintas especies. En barrancos estrechos y profundos puede observarse una diferencia de la composición florística de aquellos acantilados que estén sometidos a una mayor o menor intensidad lumínica.
Dentro de esta zona del Jardín, en las rocallas de las distintas islas, podemos observar varias especies de los géneros Aeonium y Sonchus. Estos grupos han evolucionado a partir de un ancestro común y, debido a fenómenos de deriva genética (aislamiento genético por barreras físicas) así como a fenómenos de radiación adaptativa (adaptaciones a distintos ambientes), se han diversificado de forma tal que dieron lugar a varias especies en el interior de cada isla.
En Lanzarote son los escarpados de Famara los que albergan gran parte de los endemismos de la isla o de los que comparte con la vecina Fuerteventura. En esta rocalla destacamos las especies Argyranthemum maderense, una magarza de lígulas amarillo pálido que pese a su nombre, se trata de un endemismo exclusivo de esta isla y Helichrysum gossypium, pequeña planta rupícola de hojas plateadas.
Desde el punto de vista biológico, la zona más interesante de Fuerteventura en el Macizo de Jandía, donde se hallan muchas plantas propias de la isla. Desde el mirador situado en lo alto del roque se puede ver una bonita perspectiva del Jardín de las Islas y en sus paredes podemos apreciar varias especies exclusivas de Fuerteventura como Argyranthemum winteri, una bonita magarza de la zona del Pico de la Zarza; Echium handiense, un taginaste de floración azul; en la base podemos ver Onopordon nogalesii, un cardo de flores púrpuras; Bupleurum handiense, también de la región de Jandía aunque compartida con Lanzarote; Nauplius sericeus una botonera de floración amarilla; Euphorbia handiensis, el cardón de Jandía y símbolo vegetal de la isla, entre otras.
En muchas localidades de Gran Canaria, desde las zonas costeras hasta las altas cumbres, se hallan endemismos. Barrancos como los de Fataga, Guayadeque, La Aldea, etc. son particularmente interesantes. Es destacable toda la formación montañosa que constituye Tamadaba, rodeada de altos escarpes que albergan numerosos endemismos locales. De entre todos los que se muestran en esta rocalla destacamos: Limonium sventenii, una siempreviva exclusiva de dos localidades del sector Noroeste de la isla y una del sector Oeste; Solanum lidii, rara planta que crece en pocas localidades del sur; Anagyris latifolia, conocida como «oro de risco», endemismo compartido con las islas de Tenerife y La Palma y cuya principal localidad natural conocida en Gran Canaria se encuentra dentro de los límites del Jardín Canario; Crambe pritzelii, una col de risco de tallos muy ásperos y espinosos, localmente frecuente en zonas forestales y bajas del norte de la isla; y Globularia sarcophylla, pequeño arbusto de hábito péndulo exclusivo de los riscos basálticos de la región de Tirajana.
En Tenerife hay numerosos lugares de interés, aunque podemos considerar tres zonas francamente definidas por el alto porcentaje de riqueza biológica que albergan: las áreas montañosas más antiguas de la isla (Anaga y Teno) y Las Cañadas del Teide. En esta rocalla destacamos Vieraea laevigata, conocida como «amargosa», rara planta rupícola exclusiva de la región de Teno que recibe su nombre del insigne José de Viera y Clavijo, primera figura de la Ilustración en Canarias; Pterocephalus virens, planta rupícola de floración rosada propia de la región de Anaga; Echium virescens, un taginaste de floración azul propio de las regiones forestales y en la zona baja de las laderas del sur, generalmente sobre riscos; Crambe scaberrima, una col de risco exclusiva de la isla; y Limonium imbricatum, una siempreviva propia de la región costera del norte, que comparte con La Palma.
La Gomera, con su gran antigüedad y estabilidad geológica, alberga notables endemismos en sus numerosos barrancos. Sirvan de ejemplo: Sideritis nutans, planta rupícola de inflorescencia péndula que crece en los riscos secos basálticos de la zona baja; Dicheranthus plocamoides, conocido como «pata de gallina» es un típico elemento de la vegetación de] sur de esta isla aunque también está presente en la región de Teno (Tenerife), es especie xerófila y termófila muy frecuente en la rocas de laderas soleadas, resultando bastante llamativa por las aglomeraciones que forma, de tonalidad glauca.
El Hierro también cuenta con raros endemismos refugiados en los riscos que forman el arco de El Golfo. De ellos destacaremos Echium hierrense, bonito taginaste de floración azul compacta y hojas sedoso-plateadas que la hacen muy interesante para utilizarla en jardinería.
La Palma tiene en su Parque Nacional un verdadero refugio de plantas endémicas. Sus cumbres comparten con las tinerfeñas un considerable número de especies de gran interés. Destaquemos Senecio palmensis, conocido como «turgayte», pequeño arbusto de hojas carnosas e inflorescencia amarilla que se instala en las cisuras de acantilados y roquedos, principalmente de la región superior. Abunda en La Caldera y es compartida con Tenerife.
Próximo ya al Jardín de Plantas Crasas se localiza un área destinada a endemismos propios de la isla de Madeira en la que pueden observarse ejemplares de Plantago leiopetala, Argyranthemum succulentum, Tolpis succulenta, Helichrysum melaleucum, Helichrysum obconicun; Sinapidendron angustifolium, etc. -pertenecientes todas ellas a géneros representados en las islas Canarias-, además de especies del género Sonchus.