De los topónimos que han quedado en las crónicas y relaciones de la conquista es quizás el de Arganeguin o Areaganigui, uno de los que tiene una presencia más real, al coincidir con un importante núcleo de población aborigen que cuenta con una rada visitada con seguridad desde los primeros contactos normandos e incluso quizás también ya conocida por la expedición patrocinada por el rey de Portugal en 1341. Pero, además, Arguineguín, situado en el extremo sudeste de Gran Canaria, sirve como punto de referencia para la delimitación del territorio de los dos Guanartematos de forma que suele aparecer citado con relativa frecuencia. De la lectura del manuscrito atribuido a Bocaccio, en el que se relata la expedición patrocinada por Alfonso IV de Portugal en 1341, se desprende un probable atraque en esta zona, aunque no existe una referencia cierta para determinar este punto. Con mayor exactitud encontramos noticias para Arguineguín en las “Crónicas Francesas de la Conquista” a comienzos del siglo XV: “… por el lado Sureste, está situada otra ciudad en la orilla en muy buena posición para fortificar, y por un lado la cerca el mar y por el otro un río de agua dulce, la cual ciudad se llama Arguineguín; allí se podría hacer muy buen puerto para navíos pequeños, y al amparo de la fortaleza.” Será también en Arguineguín donde los normandos sufran su primera derrota a manos de los canarios al mando de Artamy o Artemy que era el “hijo del rey de aquella isla”, y que, según Abreu y Galindo y Marín de Cubas, muere en 1405 como consecuencia de las heridas sufridas en el enfrentamiento con Bethencourt. La figura de este personaje cobra una nueva dimensión en la actualidad por conservarse en los fondos del Museo Canario una momia que, por sus características anatómicas (como las fracturas óseas, que indican una muerte violenta) y por la riqueza de su ajuar funerario, pudiera atribuírsele. Se apunta en esta breve referencia las especiales condiciones que reúne este lugar, donde se hallaba establecido un importante contingente de población desde los inicios del poblamiento de la Isla, pues, como más tarde dice Antonio Cedeño: “…tubieron una gran población mui antigua, según se ue el distrito de sus simientos en Aganeguin”. Evidentemente el lugar ofrecía una relativa variedad de recursos naturales, como era la existencia de un litoral fácil de explotar, la existencia de agua, la presencia de amplias zonas llanas en el curso bajo y medio del barranco susceptibles de poner en explotación y que con toda probabilidad lo fueron, sin mencionar la abundancia de pastizales en una zona recorrida por abundantes rebaños que Doramas contribuyó a diezmar en continuos robos. Este territorio aparece en la mitología aborigen que recogen las fuentes etnohistóricas, como uno de los primeros asentamientos y la sede del poder político en los primeros momentos.